EN LA CATEDRAL DE COLONIA

EN LA CATEDRAL DE COLONIA

SINOPSIS:

Es una emotiva reflexión sobre el amor no correspondido y las oportunidades perdidas. Su narración fluye con sensibilidad, llevando al lector por los recuerdos de una protagonista que idealiza el amor hasta enfrentarse con la dura verdad. El giro final, sutil pero contundente, transforma una aparente historia de boda en una despedida silenciosa y resignada. La escritura es delicada, con toques poéticos que enriquecen la atmósfera íntima. Un relato breve pero cargado de nostalgia, muy efectivo emocionalmente.

EN LA CATEDRAL DE COLONIA

  Hay días que llegan, otros que tardan un poco más en aparecer, y algunos que nunca llegan, aunque uno los espere toda la vida.

  Giulia acaba de despertar. Aún está oscuro afuera, pero su corazón late con felicidad: su gran día ha llegado. En el silencio de su habitación, rememora cada etapa de la carrera de obstáculos que la ha traído hasta este momento, hasta Peppe. Él es ese alguien con quien siempre soñó de niña, mientras jugaba escondida en la pequeña sala de estar de su casa, probándose los vestidos de su madre. El rojo era su favorito. Caminaba con tacones altos, tambaleándose como una borracha en ciudades desiertas al amanecer.

  Peppe no es el clásico príncipe de los cuentos de hadas que le contaba su abuela. No es alto, ni rubio, ni de ojos azules. Pero tiene el cabello negro y es lo suficientemente alto como para hacerla sentir segura entre sus brazos. En las paredes de su habitación aún cuelga la entrada de su primera vez en el cine con él. Esa noche, tensa como una cuerda de violín, apenas pudo mirarlo a la cara. No recuerda la película, pero sí las únicas palabras que logró pronunciar: “No creo en historias románticas.” Hoy le avergüenza haberlo dicho. Ha cambiado tanto desde entonces que le cuesta creer que ahora sea la más sentimental de todas sus amigas.

  Giulia observa su alrededor y desea que Peppe pudiera ver el vestido blanco con una larga cola que descansa sobre la cama. Tan distinto al vestido corto de cuadros que llevaba aquella vez en casa de su tía, cuando fue a visitar a su prima durante una semana. En esa habitación tan familiar, Peppe y ella descubrieron el placer de dos cuerpos que se funden sin pudor, mientras Margot, la cariñosa perra confiada a su cuidado, ladraba tras la puerta a cada gemido. ¿Cómo olvidar las carreras por el parque para perder algunos kilos de más, o las carcajadas con amigos en el centro hasta bien entrada la noche? Días enteros juntos, construyendo un futuro con nuevas metas, a partir de mañana. Peppe es mecánico y trabaja con su padre en un taller donde dan nueva vida a motores averiados. Giulia solía visitarlo después del trabajo. Allí se reían de los caprichos de los clientes más ricos y, entre bromas, intentaban olvidar los días grises tras la separación, cuando Giulia decidió irse a Francia luego de una fuerte discusión:

  —Mi trabajo es más importante que tú —le lanzó al subir al avión.

  Se marchó sin dar una explicación clara. Creía que, si él la amaba de verdad, lo entendería. Pero Peppe, tras ese abandono inesperado, se encerró en un silencio denso, esperando su regreso. La abrazó sin preguntas cuando volvió. Incluso el día que ella desapareció, dejándolo solo en la calle, sin responder llamadas, él no pidió razones. La perdonó. Le propuso formar una familia, pero fue Giulia quien la rechazó: tenía miedo de ser madre. Y una vez más, Peppe lo comprendió.

  Para la ceremonia, Giulia ha decidido recogerse el cabello y dejar ver su rostro bajo el velo. La peluquera le aconsejó soltar algunos mechones para realzar sus pómulos. Está impaciente por terminar de maquillarse y peinarse. Solo le queda pedir ayuda para colocarse el vestido sin dañarlo. Está convencida: Peppe no tendrá ojos más que para ella. En unas horas, todas las miradas envidiarán a la novia que camina al lado del hombre que siempre ha amado.

  El reloj marca las nueve. Los recuerdos la han distraído más de lo debido. Debe llegar a tiempo a la iglesia. Pronto vendrán a buscarla, y no puede permitirse hacerlos esperar. Hace frío, y el vestido deja sus hombros al descubierto. Al bajar del taxi y subir los escalones de la catedral, se siente realmente hermosa. Tiembla al caminar por el pasillo hacia el altar. Peppe está allí, quieto, esperándola. Sus ojos brillan como hacía tiempo no lo hacían. Se cruzan las miradas a lo lejos, apenas un roce, y luego bajan avergonzados, entre los muros solemnes de la catedral. La gente observa en silencio, expectante. Desean presenciar el encuentro, escuchar la homilía del nuevo pastor, lanzar pétalos al salir. Giulia sigue caminando, ya casi está cerca, por fin frente a Peppe. Lo mira a los ojos, respira hondo, y pronuncia unas palabras que nunca imaginó decir:

 —Feliz cumpleaños, Peppe. Eres una mujer afortunada de tenerte. Estoy segura de que tu matrimonio durará para siempre. Eres el diamante que mereces entre tantas piedras preciosas.

  Da media vuelta. Camina hacia la salida y se sienta al fondo de la iglesia. Llora. Llora como no lo había hecho en meses. Se ha dado cuenta, por fin, de que el amor siempre estuvo allí, frente a ella… y lo dejó ir. Como una hoja arrastrada por el viento. Un viento que ya no vuelve.


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