Massimo Maria Carpinteri, 2025, cm 25×40, óleo sobre lienzo
LAS PALABRAS SON LLAVES (PARA LAS PUERTAS DEL ALMA)
SINOPSIS:
El cuento «Las palabras son llaves (para las puertas del alma)» es una reflexión profunda sobre la transformación personal y el poder de la palabra. A través de la figura de Denise, la autora nos presenta una mujer valiente, cuya evolución de joven a adulta se describe con ternura y admiración. La narración no solo celebra su capacidad de cambiar y adaptarse, sino también su habilidad para tocar vidas a través de sus palabras, que actúan como llaves para desbloquear el alma humana. El lenguaje poético y la imagen de Denise girando en un torbellino simbolizan el constante flujo de la vida, mientras su risa y sus gestos reflejan la fuerza de la resiliencia. Un relato emotivo, lleno de fuerza y humanidad.
LAS PALABRAS SON LLAVES (PARA LAS PUERTAS DEL ALMA)
Denise gira, con la mirada orgullosa de una veinteañera, dentro de un torbellino lleno de palabras. Su largo cabello castaño danza en el aire. Si la miras bien, tiene el poder de arrastrarte a descubrir la belleza y el arte. Pero para entenderla de verdad, debes excavar más profundo en sus pensamientos, allí donde tocó las estrellas y luego cayó a la tierra para curar sus heridas. La he visto gritar en las plazas y bajar la voz ante quienes sufren. La ayudé a vestirse de nuevo después de haber sido golpeada solo por ser una mujer valiente. Y no olvido sus pacientes esperas, cuando intentó — con todo su ser — cambiar la historia. Ahora ríe, arrastrada por el viento. Sus piernas se doblan hacia adelante y luego hacia atrás, y sus brazos parecen alas ligeras que acarician el aire. No está sola en ese viaje: a su lado, el tiempo le devuelve su propia imagen, pero con más años. El vestido corto de flores y las sandalias de cuero de la juventud han dado paso a cómodas chanclas con plantillas y faldas anchas que protegen sus piernas del frío. Incluso el collar que llevaba en el cuello fue reemplazado por gruesas gafas.
Son hermosas, esas dos Denise — la joven y la mujer — que giran juntas, cómplices, listas para dejarse llevar por el cambio del tiempo.
— Denise, ¿me dejas subir también a esa alegría contagiosa? — le pregunto, desde fuera de ese torbellino. Pero es inútil insistir: su mente ya superó los límites geográficos y sus pies dejaron el terreno firme para nuevos descubrimientos, que le cambiarán otra vez la ropa y le blanquearán el cabello. Su risa es encantadora, se expande de un rincón a otro del círculo.
Denise creció en una familia numerosa, rodeada de animales. Ama las cosas simples. Sus palabras quisieran aturdir las mentes de los negligentes, de los incapaces que intentaron cambiar el color del mar y el olor de la tierra mojada, con sus artefactos bélicos y sus transformaciones genéticas. Es la tercera de cuatro hermanas, y conoce la fatiga más en las manos arrugadas de la gente que en un rostro enmascarado.
Denise sigue girando y no se cansa de reír. Esas notas sonoras de alegría que llegan hasta aquí me conmueven. Es my friend, y de ella solo se puede aprender: como aquella vez en tierras desoladas y olvidadas por los poderosos, cuando partió a reconstruir una escuela para huérfanos de guerra; o cuando cruzó toda una ciudad a pie para llevar a su perro al veterinario; o cuando sus palabras llegaron hasta una celda, entre presos que hojeaban libros con ella. En cada una de sus historias, un límite desaparece, una distancia se acorta, un muro cae. Nunca usa la fuerza, solo palabras. Palabras que se transforman en llaves, para abrir las puertas del alma.
— ¿Cuánto tiempo más debo mirarte antes de que decidas dejar de jugar como una niña? —No responde. Pero sé que seguirá allá arriba, en ese círculo de viento y luz, hasta que encuentre nuevas palabras capaces de abrir nuevos corazones.
— Denise, entonces… ¿esta vez bajas?




